¿Qué pueblo es el más bonito de Mallorca? Los 5 más impresionantes y por qué

Aitana Castillo 0 Comentarios 5 noviembre 2025

Si buscas el pueblo más bonito de Mallorca, no te basta con una respuesta simple. No hay uno solo. Mallorca es una isla que guarda rincones de una belleza que parece sacada de una postal, pero cada uno tiene su propia alma. Algunos son blancos y encalados, otros son de piedra antigua y calles empedradas, y algunos apenas se ven desde la carretera principal. Lo que sí es cierto es que si quieres vivir la Mallorca auténtica, lejos de las playas masificadas, tienes que adentrarte en sus pueblos.

Deià: el pueblo que enamoró a poetas y artistas

Deià está escondido entre montañas, a solo 15 kilómetros de Puerto de Sóller. Sus casas blancas se aferran a la ladera como si temieran caer al mar. Las calles son estrechas, sin coches, y el silencio solo se rompe con el sonido de las campanas de las iglesias o el viento entre los olivos. Aquí vivió Robert Graves, el poeta británico que convirtió este lugar en su refugio. Hoy, aún se siente su presencia. Las terrazas de los bares ofrecen vistas al mar que parecen pintadas. No es el pueblo más grande, ni el más famoso, pero es el que más te hace querer quedarte. Si buscas paz, inspiración y una belleza que no grita, Deià es tu respuesta.

Valldemossa: donde la música y la piedra se abrazan

Valldemossa, a 10 kilómetros de Deià, es un pueblo de piedra gris y techos de teja roja. Su fama viene de un hecho histórico: Chopin y George Sand pasaron aquí un invierno en 1838, y el monasterio cartujo donde se alojaron ahora es un museo. Pero lo que realmente lo hace especial no es la historia, sino el ambiente. Las calles son de piedra, las tiendas venden productos locales como mermeladas de naranja amarga y aceite de oliva artesanal, y los cafés tienen terrazas con vistas a la sierra. En otoño, las hojas de los castaños se vuelven doradas y cubren las aceras como una alfombra. Es un pueblo que no solo se ve, se siente. Si quieres un lugar donde la cultura y la naturaleza se mezclan sin esfuerzo, Valldemossa es el lugar.

Sóller: el pueblo que tiene tren, naranjos y un puerto de cuento

Sóller no es un pueblo pequeño, pero tampoco es una ciudad. Está en una llanura rodeada de montañas, y su corazón es una plaza con naranjos centenarios. Lo que lo hace único es el tren histórico que viene desde Palma, un viaje de 45 minutos en un vagón de madera con ventanas de cristal. Al llegar, caminas hacia el puerto, donde las casas de piedra se alinean junto a un pequeño muelle. El puerto no es para cruceros, sino para barcos de pesca y veleros privados. Aquí se come el mejor arroz con conejo de la isla, y las tiendas de artesanía venden muebles de madera tallada a mano. Sóller no es el más pintoresco, pero es el más completo. Tiene todo: historia, sabor, naturaleza y encanto sin pretensiones.

Fornalutx: el pueblo más limpio de Europa

En 2004, Fornalutx fue nombrado el pueblo más limpio de Europa por la Unión Europea. Y no fue por casualidad. Este pequeño pueblo, a 20 minutos de Sóller, tiene calles que parecen jardines. Las flores crecen en las paredes, las macetas están en cada balcón, y las casas están impecablemente mantenidas. No hay carteles, ni basura, ni coches en las calles principales. Solo el sonido de las aves y el agua de las fuentes. Es un pueblo donde los vecinos se cuidan entre ellos, y donde el turismo no ha destruido la vida cotidiana. Si quieres ver cómo se vive en Mallorca cuando nadie está mirando, Fornalutx es tu destino. No es el más grande, ni el más famoso, pero es el que mejor conserva su esencia.

Valldemossa en otoño con hojas doradas cubriendo las calles de piedra y un monasterio al fondo.

Binibona: el secreto mejor guardado de la sierra

Binibona está en el corazón de la sierra de Tramuntana, a 30 minutos de Palma. Es un pueblo que casi nadie conoce, y por eso conserva su autenticidad. Sus casas son de piedra, con puertas de madera oscura y ventanas con rejas de hierro. El centro es una plaza con una fuente de piedra y un antiguo molino de agua. Aquí no hay tiendas de souvenirs, ni restaurantes turísticos. Solo una panadería que hace pan de centeno todos los días, y un bar donde los vecinos toman café a las 11 de la mañana. El pueblo se rodea de caminos de piedra que llevan a viñedos y olivares. Si buscas un lugar donde el tiempo se detiene, donde no hay selfies ni colas, Binibona es tu escondite perfecto.

¿Por qué no hay un solo pueblo más bonito?

La belleza de Mallorca no está en un solo lugar. Está en la diversidad. Deià te da soledad y vistas. Valldemossa te da historia y música. Sóller te da vida y sabor. Fornalutx te da orden y cuidado. Binibona te da autenticidad. Cada uno tiene su propio ritmo, su propio encanto. Decidir cuál es el más bonito depende de lo que busques. ¿Quieres romanticismo? Ve a Deià. ¿Quieres cultura? Ve a Valldemossa. ¿Quieres comida y tradición? Ve a Sóller. ¿Quieres tranquilidad absoluta? Ve a Fornalutx o Binibona. No hay un ganador. Hay cinco ganadores.

¿Cuándo ir?

La mejor época para visitar estos pueblos es entre abril y junio, o entre septiembre y octubre. En primavera, las montañas están verdes, las flores brotan en los muros, y el clima es perfecto para caminar. En otoño, las temperaturas bajan un poco, los turistas se van, y los pueblos vuelven a ser de los locales. Evita julio y agosto: las calles se llenan, los precios se duplican, y pierdes la esencia. Si quieres vivir estos pueblos, no los visites como turista. Vívelos como vecino.

Fornalutx, pueblo impecable con flores en todos los balcones y una fuente de piedra en el centro.

¿Cómo llegar?

La mejor forma es alquilar un coche. Los pueblos están dispersos, y el transporte público es limitado. Si no quieres conducir, hay tours organizados desde Palma que incluyen varios pueblos en un día. Pero si puedes, alquila un coche y hazlo a tu ritmo. Detente en las curvas, detente en los miradores, detente en las plazas. No hay prisa. Mallorca no se vive en horas, se vive en minutos lentos.

¿Qué llevar?

  • Zapatos cómodos para caminar por empedrados y cuestas
  • Una botella de agua (en muchos pueblos no hay tiendas cerca)
  • Una cámara (aunque no la uses, te arrepentirás)
  • Un libro (por si te sientas en una terraza y quieres leer al atardecer)
  • Respeto (no dejes basura, no entres en jardines privados, no grites)

¿Qué comer?

  • Pa amb tomàquet con aceite de oliva de Mallorca
  • Arroz de matanzas (con conejo y verduras)
  • Queso de cabra con miel de romero
  • Ensaimada recién hecha (la auténtica, no la industrial)
  • Caldo de pescado en los pueblos de la costa

¿Cuál es el pueblo más fotogénico de Mallorca?

Deià es el más fotogénico por sus casas blancas sobre el acantilado y el mar azul detrás. Pero Fornalutx y Valldemossa también son increíbles para fotos, especialmente en primavera cuando las flores cubren las paredes. Lo importante no es dónde tomas la foto, sino el momento: al amanecer, cuando la luz es suave y aún no hay turistas.

¿Se puede visitar todos estos pueblos en un solo día?

Técnicamente sí, pero no deberías hacerlo. Cada pueblo merece al menos dos o tres horas. Si intentas verlos todos en un día, terminarás solo conduciendo y con una sensación de agobio. Mejor elige dos pueblos por día, y dedica el resto del tiempo a caminar, sentarte, observar. Mallorca no se gana en prisa.

¿Hay pueblos más baratos para visitar?

Sí. Fornalutx y Binibona son más baratos que Deià o Valldemossa, porque reciben menos turistas. Los restaurantes tienen precios más cercanos a los locales, y los alojamientos son más auténticos y menos caros. Si quieres ahorrar sin perder encanto, elige estos dos.

¿Qué pasa si llueve en Mallorca?

Las lluvias en Mallorca suelen ser breves y fuertes, sobre todo en otoño. Los pueblos de montaña como Valldemossa y Deià se vuelven aún más mágicos con el agua en las piedras y el aire fresco. Lleva una chaqueta impermeable ligera y un paraguas. No dejes de salir: los pueblos lluviosos tienen un encanto único.

¿Son adecuados para familias con niños?

Sí, especialmente Sóller y Fornalutx. Tienen plazas seguras, calles sin tráfico, y cafés con helados artesanales. Los niños disfrutan de caminar por empedrados, ver las fuentes y comer pan con tomate. Evita Deià si tienes niños muy pequeños, porque las calles son muy empinadas y hay muchos escalones.