¿Sabías que en España también hay picos que superan los 3.000 metros de altura, rozando casi el cielo? Pasar junto al Pirineo es quedarse boquiabierto con sus paredes rocosas y valles infinitos, pero si existe una montaña que pone la guinda a este pastel alpino, ésa es el Aneto. Hay quien dice que subirlo es como tocar el techo del reino, porque literalmente, nadie en la península puede mirar por encima de tus hombros si estás arriba. Pero ojo: más allá del récord de altura, el Aneto encierra historias de glaciares moribundos, leyendas, rutas desafiantes y secretos que ni muchos montañeros conocen.
¿Qué hace al Aneto tan especial en los Pirineos?
Para empezar, el Aneto se alza exactamente a 3.404 metros sobre el nivel del mar, coronando todo el sistema montañoso de los Pirineos y siendo la cima más alta de la Península Ibérica fuera de Sierra Nevada. Ubicado en el macizo de la Maladeta, dentro del espectacular Valle de Benasque (provincia de Huesca, en Aragón), el Aneto es tan emblemático que, aunque hay cientos de picos de altitudes sorprendentemente parecidas a su alrededor, solo él conserva ese estatus mítico. Lo curioso es que durante siglos, la gente de la zona ni siquiera sospechaba que este pico era el más alto: hasta el siglo XIX era la Maladeta la que reinaba en mapas y relatos locales, por puro error de cálculo. Solo cuando botánicos y científicos franceses como Louis Ramond de Carbonnières comenzaron a explorar la zona científicamente sobre 1817 quedó aclarado el asunto: el Aneto era el rey indiscutible.
Más allá de los datos geográficos, el Aneto destaca por su ambiente salvaje y su enorme glaciar. Aunque ahora está en clara retirada y ha perdido más de la mitad de su superficie desde 1900, sigue siendo el mayor glaciar de la península (con unos 43 hectáreas en 2024, según los últimos informes del CSIC). Cruzar el glaciar puede ser uno de los momentos más mágicos –y fríos– de cualquier ascensión. Ese hielo perpetuo, castigado por el cambio climático, ha llenado de vida el río Ésera y los pequeños ibones (lagos de montaña) que salpican el valle, como el impresionante Ibón de Coronas. Si tienes suerte y madrugas lo suficiente, puedes incluso ver rebecos al amanecer, o escuchar el grito lejano de un quebrantahuesos planeando sobre las crestas.
Junto a la cima hay otro detalle que nunca deja indiferente: el famoso Paso de Mahoma. Se trata de una arista rocosa afilada, de apenas unos metros de largo, que separa la cresta final de la cumbre. No hay peligro real, pero asoma el vacío a ambos lados y muchos, con el corazón latiendo fuerte, necesitan respirarse el valor antes de atravesarla. Gente de todos los rincones del país viene cada año solo para experimentar ese pequeño subidón de adrenalina. De hecho, para mucha gente el verdadero reto no es llegar al pie del Aneto, sino atreverse a cruzar ese último paso: allí, las fotos y las leyendas abundan.
No solo eso: el Aneto, por su altitud y situación geográfica, suele lidiar con su propio clima. El sol puede quemarte la cara (ojo, protección solar MUY recomendable) y al mismo tiempo dejarte tiritando por el viento, incluso en pleno julio. Suele haber nieve gran parte del año, y la niebla juega malas pasadas, así que la prudencia es clave –o terminas haciendo vivac improvisado a tres mil metros, como tantas historias que circulan por los refugios cercanos como el de La Renclusa.
Alrededor del Aneto se teje una red de rutas y caminos clásicos que han visto pasar generaciones enteras de montañeros. La más famosa empieza precisamente desde el refugio de La Renclusa; aquí tienes la base, literalmente, de la aventura. Además, la zona presume de una oferta de naturaleza brutal: desde campos de rododendros en flor a bosques de pino negro y espectaculares panorámicas del macizo de Posets o Perdiguero en el horizonte. No extraña que sea un parque nacional –el de Posets-Maladeta– y que los amantes de la geología puedan pasarse horas disfrutando de marmitas, bloques erráticos y curiosidades formadas por la fuerza glaciar milenaria.
Durante buena parte del año, el Aneto se convierte también en un experimento viviente para quienes estudian el cambio climático. Científicos del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC) llevan décadas midiendo la masa del glaciar y su descenso. Por ejemplo, entre 1980 y 2023 el glaciar perdió más del 60% de su volumen original. Así que cada travesía, además de una aventura, es un paseo por uno de los paisajes más sensibles (y amenazados) de nuestro país.
Hasta la fauna y la flora han tenido que adaptarse: especies como el tritón pirenaico solo viven en estas aguas heladas, y el edelweiss –esa preciosa flor blanquecina de los altos pastos– salpica aún los rincones elevados. No es raro ver mariposas endémicas o escuchar relatos de zorros y hasta gatos monteses escabulléndose en la noche. Un auténtico laboratorio natural a cielo abierto.

Cómo llegar y qué necesitas para subir al Aneto
Llegar al Aneto no es tan complicado como puede parecer si lo planeas bien. El punto de partida casi obligado es Benasque, un pueblo vibra-montañero que late al pie del macizo y está conectado con autobuses y carreteras desde Huesca o Zaragoza. Desde el pueblo, un pequeño desvío te deja en La Besurta, normalmente punto de inicio para rutas clásicas, como la que pasa por el refugio de La Renclusa (a 2.140 metros). Cerca de la Besurta tienes un aparcamiento y en verano, ¡ojo! Los coches particulares están restringidos, así que hay un bus-lanzadera que funciona desde Benasque a partir de las seis de la mañana.
Desde el refugio, la ascensión al Aneto es una excursión larga y exigente, de unas 12-14 horas entre ida y vuelta para gente en buen estado físico. Por supuesto, no hablamos de un paseíto sencillo, sino de alta montaña, así que la preparación es clave. ¿Qué necesitas sí o sí para afrontar la cima?
- Botas de montaña (no sirve cualquier zapatilla deportiva, la roca y el hielo son traicioneros).
- Piolet y crampones (incluso en verano es frecuente encontrar neveros y placas de hielo en el glaciar).
- Ropa térmica y cortaviento: arriba el frío cala fácil aunque en el valle estés en manga corta.
- Protector solar, gafas y gorra: el sol rebota en la nieve y puedes acabar achicharrado.
- Agua y algo de comida energética suficiente para 10-12 horas.
- Mapa o GPS (el recorrido está bien señalado pero la niebla puede jugar malas pasadas).
- Seguro de accidentes y preferiblemente licencia federativa de montaña vigente.
Hay agencias y guías locales que pueden acompañarte o darte el toque extra de seguridad, especialmente si es tu primera vez en nieve o no tienes experiencia con crampones. No merece la pena arriesgarse: cada verano, el GREIM de Benasque tiene que evacuar a decenas de personas por resbalones, despistes o agotamiento. Es mejor invertir en una buena planificación que terminar la aventura en helicóptero.
Durante la subida al Aneto aparecen paisajes únicos en cada tramo. Nada más salir de La Renclusa te adentras en el caos rocoso de la zona llamada Portillón Superior, una espectacular brecha que parece salida de otro planeta, entre bloques de granito gigantescos. Aquí se suelen ver rebecos, y el aire es tan puro que el olor a pino y piedra te acompaña todo el camino.
El siguiente tramo es el glaciar: un mar blanco a tus pies. En esta zona es obligatorio el uso de crampones y piolet. Puedes consultar los partes meteorológicos y de nieve antes de salir, o preguntar en el refugio, que tiene información actualizada todos los días. Muchos aprovechan para aprender a caminar sobre hielo, y nunca está de más hacerlo guiado si no lo has hecho antes.
Al alcanzar el famoso Paso de Mahoma, llega el momento más esperado. Es una arista aérea de unos 40 metros donde hay que usar manos y pies, pero es asequible si mantienes la calma y no tienes pánico a las alturas. Muchos montañeros se animan a cruzar, a veces incluso haciendo cola en días de verano. Las vistas desde la cima compensan el esfuerzo: el Pirineo entero se despliega ante ti, con la Maladeta, el Posets, el Perdiguero, y si está muy despejado, hasta las montañas de Francia en el horizonte.
El descenso requiere atención: la mayoría de accidentes se producen bajando, cuando el cansancio y las prisas hacen mella. Conviene mantener el ritmo y parar a descansar lo necesario. Muchos aprovechan la vuelta para bañarse en los ibones o tomar un picnic con vistas de postal.
Si prefieres caminar a tu aire pero sin subir hasta cima, hay rutas espectaculares para todos los públicos. Un clásico fácil y muy recomendado es el sendero a los Llanos del Hospital o una visita a los Aigualluts, donde el agua desaparece bajo tierra en un sumidero para resurgir en la vertiente francesa. Estas rutas son cómodas, permiten ver marmotas y flores de todo tipo, y son ideales si vas en familia o con menos experiencia.
Aunque el Aneto es ahora un imán para amantes de la montaña y escapadas deportivas, su entorno sigue siendo poco masificado si lo comparas, por ejemplo, con los Alpes. Y eso, para los que buscan naturaleza salvaje y soledad, es otra de sus virtudes. Es bastante habitual topar con montañeros de todo el mundo, pero también puedes vivir esa sensación de silencio total, solo roto por el viento y algún graznido de cuervo lejano.
Pico | Altura (m) | Ubicación |
---|---|---|
Aneto | 3.404 | Huesca, Aragón |
Pico Posets | 3.375 | Huesca, Aragón |
Monte Perdido | 3.355 | Huesca, Aragón |
Pico Maladeta | 3.308 | Huesca, Aragón |
Pico Baudrimón | 3.245 | Huesca, Aragón |

Anécdotas, curiosidades y consejos útiles para tu experiencia en el Aneto
No todo en el Aneto son datos técnicos y rutas: alrededor de la montaña circulan anécdotas, tradiciones y secretos locales que vale la pena conocer. Por ejemplo, pocos saben que en la cima existe una pequeña cruz metálica, famosa por acumular decenas de banderines, recuerdos y hasta medallas, que la gente deja como señal de paso o tributo. Algunos montañeros llevan piedras desde la base y las depositan en la cumbre, gesto simbólico que conecta con deportes de resistencia y viejas creencias de protección.
Una curiosidad lingüística: el nombre "Aneto" tiene origen vasco y designaba el pequeño pueblo al pie de la montaña, llamado todavía hoy Aneto, en la comarca de la Ribagorza. Nadie sabe con certeza el sentido original del nombre, aunque algunos lingüistas dicen que podría referirse a una planta, el eneldo, que crecía por la zona.
Una leyenda muy popular entre montañeros cuenta que el Paso de Mahoma debe su nombre a la tradición musulmana, según la cual solo los justos pueden cruzar el puente al paraíso sobre una cuchilla tan fina como el filo de una navaja. Aquí, el "puente" lo hace la propia cresta y, como no podía ser menos, muchos bromearán con que si consigues cruzar el Paso de Mahoma disfrutarás de buena suerte el resto del año.
Entre las historias famosas hay una del astrónomo francés Henry Russell, que en el XIX subió al Aneto vestido con frac y sombrero de copa, cargando un gran libro para leer en la cima. Su obsesión con los Pirineos lo convirtió en toda una celebridad: en total, ascendió el Aneto hasta 30 veces, dejando incluso "tarjetas de visita" en la cima.
¿Un dato interesante para quien viaja con animales? Aunque no se recomienda llevar perros hasta la cima (el glaciar puede herir sus patas y la arista es peligrosa), hay rutas fáciles por el Valle de Benasque donde tu amigo peludo será feliz. Yo misma a veces sueño con llevarme a Luna, mi gata, aunque creo que no le haría mucha gracia el frío ni la altura…
El Aneto también es escenario de actividades científicas, culturales y deportivas. En verano, suelen organizarse travesías, ultratrails, y, si el tiempo lo permite, hasta conciertos u observaciones astronómicas nocturnas. Además, el glaciar del Aneto se estudia a nivel europeo como paradigma del deshielo rápido en las latitudes medias. El Instituto Pirenaico de Ecología organiza rutas didácticas y talleres medioambientales para enseñar a escolares la importancia de estos glaciares que, probablemente, desaparezcan en menos de 30 años si el ritmo actual sigue igual.
Algunos consejos clave si sueñas con llegar al techo del Pirineo español:
- No subestimes la montaña: infórmate siempre del parte meteorológico y consulta a los guardas del refugio.
- Reserva refugio con antelación si piensas dormir en altura, sobre todo en verano y puentes de primavera.
- Lleva todo lo que necesitas, pero sin sobrecargar la mochila. Recuerda que cada kilo de más, allá arriba, se siente el doble.
- Respeta la montaña y recoge toda tu basura: el Parque Nacional vigila mucho el impacto humano.
- Si vas en grupo, escucha siempre al más experimentado y no te separes, especialmente en la zona del glaciar y el paso final.
- Disfruta de cada paso, no solo de la cima: cruzar los ibones y ver el amanecer sobre el glaciar es tan inolvidable como poner el pie en la cruz de la cumbre.
- Y si un día te encuentras muy cansado o el tiempo empeora, da media vuelta: los montañeros recuerdan siempre que la montaña seguirá ahí otro día, esperándote.
Subir el Aneto es cuestión de ganas, respeto y preparación. Hay quien lo hace para tachar una lista, otros para mirar el Pirineo desde arriba y descubrir su propio límite, pero casi todos bajan con la sensación de haber vivido una aventura única. No importa cuántos relatos, fotos o consejos te den: hay un instante ahí arriba, con el aire helado y los Pirineos a tus pies, que solo se entiende si lo vives en persona. Así que, si puedes, ¡no dudes en lanzarte a la conquista del techo más alto de nuestros Pirineos españoles!