¿Cuánto tiempo se tarda en cruzar los Pirineos caminando? Guía práctica para senderistas

Aitana Castillo 0 Comentarios 9 noviembre 2025

Si alguna vez te has preguntado cuánto tiempo lleva caminar de un lado a otro de los Pirineos, la respuesta no es sencilla. No hay un solo tiempo. Depende de cómo lo hagas, qué camino elijas, qué tan rápido vayas y qué condiciones encuentres en el camino. Pero si estás pensando en hacerlo, lo primero que necesitas saber es que no es una caminata de fin de semana. Es un reto que te llevará días, semanas, y que te cambiará la forma en que ves la montaña.

¿Cuántos días realmente necesitas?

La distancia total de los Pirineos, desde el mar Cantábrico hasta el Mediterráneo, es de unos 850 kilómetros. Si caminas 25 kilómetros al día -un ritmo constante, sin paradas largas- te tomaría alrededor de 34 días. Pero nadie hace eso. La mayoría de los senderistas que completan la ruta lo hacen en 40 a 50 días. ¿Por qué? Porque la montaña no se deja dominar. Hay días en que la nieve bloquea el paso, otros en que la lluvia convierte los senderos en lodo, y muchos en que simplemente necesitas descansar, recuperar fuerzas, o esperar que pase el mal tiempo.

Los que van rápido, como los que compiten en la Pyrenean Trail, lo hacen en menos de 10 días. Pero eso es otra cosa: es ultrarresistencia, con apoyo logístico, comida preparada, y un ritmo que solo unos pocos pueden mantener. Para el caminante normal, el ritmo realista es de 15 a 20 kilómetros al día. Eso significa entre 45 y 60 días. Y eso sin contar días de lluvia, de descanso, o de perderse un poco y volver atrás.

¿Qué rutas existen y cuál es la más popular?

Hay más de una forma de cruzar los Pirineos. La más conocida es el GR 10, que sigue el lado francés. Es la ruta más marcada, con refugios, albergues y pueblos cerca. Si hablas francés o quieres tener más comodidades, es la mejor opción. El GR 11 es su equivalente en el lado español, más salvaje, con menos gente y más ascensos. Y luego está el HRP (Haute Randonnée Pyrénéenne), que va por la cresta, por los picos más altos. Es la más dura, la más hermosa, y la menos accesible.

El GR 10 es el que elige la mayoría. Porque no necesitas ser un montañero experto. Puedes hacerlo con botas de senderismo normales, una mochila ligera, y un poco de paciencia. Pero no te confundas: es fácil solo en teoría. Los tramos entre Banyuls-sur-Mer y Canigó son duros. El paso de la Pique d’Estats, a 2.889 metros, te dejará sin aire. Y el descenso hacia Saint-Lary-Soulan, con sus 1.500 metros de caída, te destrozará las rodillas si no las cuidas.

¿Qué factores te hacen tardar más?

El terreno es el primer enemigo. Los Pirineos no son como los Alpes. Aquí no hay senderos anchos y bien pavimentados. Hay rocas sueltas, tramos de piedra que parecen escaleras, pasos expuestos donde debes usar las manos, y caminos que desaparecen bajo la nieve incluso en verano. En julio de 2024, en el sector de Ordesa, más de 30 caminantes tuvieron que ser rescatados porque el deshielo había convertido un sendero en un río.

El clima también juega en tu contra. En mayo, aún puedes encontrar nieve en los pasos más altos. En septiembre, las tormentas llegan sin avisar. Y en octubre, los refugios empiezan a cerrar. Si empiezas demasiado tarde, te encontrarás con puertas cerradas, sin comida, sin agua, y sin ayuda.

La logística también ralentiza. No puedes cargar 10 días de comida. Tienes que planificar paradas en pueblos como Cauterets, Espot o Benasque. Algunos días caminas 5 kilómetros solo para llegar a un supermercado. Otros días, te quedas sin agua porque el arroyo estaba seco. Y si no llevas mapa físico -porque el GPS falla en los valles profundos- puedes perder horas buscando el siguiente cruce.

Caminante en la cresta HRP rodeado de picos nevados bajo un cielo atardecer.

¿Qué necesitas llevar?

Lo mínimo: una mochila de 15-20 litros, botas de senderismo ya rotas (nunca nuevas), 3 cambios de ropa, una chaqueta impermeable, un saco de dormir ligero, una linterna, un kit de primeros auxilios, y al menos 2 litros de capacidad para agua. No necesitas tienda de campaña si haces el GR 10 o GR 11: hay refugios en casi todos los pueblos, y muchos son baratos -alrededor de 15 euros la noche.

Pero lo más importante no es lo que llevas, sino lo que dejas. No lleves libros, no lleves cargadores pesados, no lleves ropa de lujo. La gente que se rinde no lo hace por falta de fuerza. Lo hace porque su mochila pesa 18 kilos y no puede más. Lleva solo lo que necesitas para sobrevivir y disfrutar. Nada más.

¿Cuándo es el mejor momento para empezar?

La ventana ideal es entre mediados de junio y mediados de septiembre. Junio es perfecto si quieres ver los prados llenos de flores y evitar la multitud. Julio y agosto son los más concurridos, pero también los más predecibles. Septiembre es el más silencioso, pero también el más arriesgado: los días se acortan, la temperatura baja, y las tormentas se vuelven más frecuentes.

Si empiezas en junio, puedes terminar en agosto. Si empiezas en julio, terminas en septiembre. Si empiezas en agosto, te quedas atrapado en el frío. Y si empiezas en mayo, te encuentras con nieve en el Port de Boucharo, y no podrás pasar.

Botas de senderismo desgastadas junto a un mapa y una flor silvestre en un acantilado al atardecer.

¿Quién puede hacerlo?

No necesitas ser un atleta. Ni un montañero. Ni un experto en orientación. Lo que necesitas es constancia. Muchos caminantes son personas de 50 o 60 años que nunca habían hecho una caminata larga. Lo que los hace exitosos no es la fuerza, sino la disciplina. Caminar 15 kilómetros todos los días, sin saltarse días, sin rendirse por un mal día, sin compararse con otros. Eso es lo que realmente importa.

Lo que sí necesitas es un poco de experiencia previa. Haz una caminata de tres días en los Picos de Europa, o en la Sierra Nevada. Aprende a leer un mapa. Prueba tu equipo. Hazlo en condiciones reales. Si nunca has dormido en una tienda, no empieces por los Pirineos. Si no sabes cómo tratar una ampolla, te arrepentirás.

Lo que nadie te dice

La mayoría de las personas que cruzan los Pirineos no lo hacen por la gloria. Lo hacen porque necesitan desconectar. Porque el ritmo de la vida moderna los agota. Y en el camino, descubren cosas que no esperaban: que puedes vivir con menos de lo que crees, que el silencio de la montaña no es aburrimiento, sino claridad, y que el cuerpo humano, si lo respetas, puede hacer cosas que la mente nunca creyó posibles.

Hay un momento, alrededor del día 25, cuando ya no piensas en la meta. Ya no te importa si llegas a la costa. Solo quieres seguir caminando. Es entonces cuando entiendes por qué esta ruta ha atraído a gente de todo el mundo durante más de un siglo. No es una ruta. Es una transformación.

¿Y si no puedo hacerlo todo de una vez?

No pasa nada. Muchos lo hacen por tramos. Un año haces el sector de Ordesa, otro año el de Canigó, otro el de la Maladeta. No tienes que hacerlo todo de una vez. Lo importante es empezar. Camina 10 kilómetros. Luego 15. Luego 20. El camino no se acaba. Te espera.